Publicado Abril 12, 2022 | Alejandra Villablanca

Crisis económica, hambruna y desestabilización mundial: Los caballos del apocalipsis recorriendo el mundo

"Lamentablemente continuará aumentando la incertidumbre e inestabilidad del sistema internacional, persistiendo los fatídicos efectos sobre la economía mundial con la disminución de su crecimiento y la aceleración del proceso inflacionario que está generando un alza en el precio de los alimentos y otros productos agrícolas con récords históricos, además de otras materias primas como el petróleo, gas y aluminio."

Crisis económica, hambruna y desestabilización mundial: Los caballos del apocalipsis recorriendo el mundo

5Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.

Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.”

(Libro de Apocalipsis, cap. 6, versos 5-8).

 

Los versículos bíblicos citados exponen un contexto económico y alimentario de precariedad que conducirá a situaciones de hambruna, violencia y mortandad que vivirá la humanidad en los postreros tiempos dentro de una serie de sucesos que se desencadenarán en la medida en que se aproxime la venida del Señor Jesucristo.   

El problema del hambre y la escasez de alimentos en el mundo se ha extendido a través de la historia, habiendo momentos fuertemente marcados por este tipo de desgracias como ocurrió, por ejemplo, en la Unión Soviética entre 1932-1934 donde cerca de 8 millones de personas murieron por inanición y hasta un total de 40 millones de personas en toda la Unión Soviética se vieron afectadas por la hambruna que produjo el programa de industrialización masiva de Josef Stalin. Ucrania fue uno de los países más devastados. Los historiadores señalan que de los campos de trigo emanaba un hedor insoportable producto de los cuerpos amontonados que se encontraban esparcidos por todas partes, a tal punto que debían ser sacados en vagones de trenes y enterrados en gigantescas fosas comunes a fin de evitar la propagación de enfermedades. Aun así, la gente se arrastraba hasta allí para cortar espigas y comérselas, sin embargo, al no ser capaces de digerirlas terminaban pereciendo ahí mismo.

Otro caso impactante es el vivido en China a finales de 1950 donde más de 20 millones de personas perdieron la vida como efecto de una de las peores hambrunas que se tiene registro en la historia de la humanidad provocada por el Gran Salto Adelante de Mao Zedong. Y entre las hambrunas que se han vivido más recientemente se cuentan las que han afectado a Somalia en 2011, Yemen a partir de 2016 y Sudán del Sur desde 2017, entre muchos otros casos que no alcanzan a ser mencionados.  

Ahora tras la invasión a Ucrania, uno de los mayores conflictos que ha tenido lugar en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, el panorama nuevamente es desalentador. Ucrania es uno de los mayores productores de alimentos del mundo, no por nada es conocida como el “granero del mundo”. Rusia y Ucrania combinadas representan entre 10% y 20% de la oferta mundial de algunos commodities básicos como el trigo, maíz, aceite de maravilla, fertilizantes y granos, y como bien sabemos, el precio de todas estas materias primas, y muchos más, han aumentado explosivamente a partir del 24 de febrero pasado. En cuanto a los fertilizantes, Rusia es el principal exportador.

Cabe añadir que América Latina es una región totalmente importadora de fertilizantes, siendo muy dependiente de los provenientes de Rusia. Esto puede conllevar a que no haya el suficiente acceso para los grandes países exportadores de cereales como Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y para los países de exportación de alto valor como Chile, Perú, Ecuador y Colombia y, en consecuencia, puede verse afectada la producción de alimentos en la región.

Igualmente, se avizora una escasez de alimentos y una inminente hambruna que azotará fuertemente el norte de África y Medio Oriente. La posición de África es una de las más vulnerables. Es uno de los continentes con mayor consumo de trigo y cerca de 500 millones de africanos viven en países que dependen totalmente de Rusia y Ucrania para obtener más de la mitad del trigo que importan. El Magreb, por ejemplo, depende especialmente de las importaciones de trigo y también del maíz comprado en un 70% en el extranjero. Por su parte, algunos de los países que podemos señalar son Somalia y Benín 100% dependientes de las importaciones de trigo ruso y ucraniano, Egipto (81%), Sudán (75%), República Democrática del Congo (68%), Senegal (65%), Tanzania (63%), Ruanda (62%) y Madagascar (61%) según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo para el periodo 2018-2020.

Este escenario, sin lugar a dudas, provocará desestabilización interna y estallidos de violencia en diferentes países. Ya lo hemos estado viendo a nivel latinoamericano, particularmente con las protestas que se han llevado a cabo en Perú por el alza de precios en los combustibles, alimentos y fertilizantes; manifestaciones que también han estallado en Sri Lanka y Pakistán, donde el valor de los alimentos ya había alcanzado sus niveles más altos a comienzo de este año debido a los efectos de la pandemia, el mal tiempo y la crisis climática en general. Luego, el estadillo de la guerra en Ucrania terminó por disparar los precios a niveles desbordantes. En el caso de Sri Lanka, además, ha habido escasez de gas y de otros bienes básicos.

En suma, con la economía ucraniana destruida, la rusa sumergida en una profunda recesión y la imposibilidad de ver una salida pronta a la guerra, lamentablemente continuará aumentando la incertidumbre e inestabilidad del sistema internacional, persistiendo los fatídicos efectos sobre la economía mundial con la disminución de su crecimiento y la aceleración del proceso inflacionario que está generando un alza en el precio de los alimentos y otros productos agrícolas con récords históricos, además de otras materias primas como el petróleo, gas y aluminio.

Lo preocupante de todo este panorama, es que esta seguidilla de efectos está recién comenzando y aun no sentimos el impacto total que traerá consigo el alza sostenida de precios.

Con los sellos que han sido abiertos, a la humanidad solo vendrán más lamentos.